domingo, 14 de febrero de 2016

Trastornos del desarrollo psicomotor


TRASTORNOS DEL DESARROLLO PSICOMOTOR

El desarrollo psicomotor está relacionado con la maduración global y los desarrollos afectivo, cognoscitivo y psicosocial; de hecho, representa la historia de la persona como unidad psicosomática.

Se distinguen tres etapas en su evolución:

Ø  La psicomotricidad de la primera infancia: de 0 a 3 años.
Ø  La percepción del propio cuerpo: de 3 a 7 años.
Ø  La representación y conocimiento del propio cuerpo: de 7 a 12 años.

La psicomotricidad se contempla desde dos puntos de vista:

Ø  El neurológico; con sus sistemas reguladores del movimiento voluntario, de la actividad automatizada y del equilibrio interno.
Ø  El psicológico; considera al movimiento como relación y comunicación con los demás seres humanos al permitir el contacto, la acomodación al mundo exterior y el poder actuar en el medio ambiente.

INESTABILIDAD PSICOMOTRIZ

Consiste en una incapacidad del niño para inhibir o detener sus movimientos y su emotividad, más allá del periodo normal de oposición o inconformidad por alguna situación.
Asume dos formas: una en la que predominan los trastornos motores, particularmente la hiperactividad y los defectos de coordinación motriz; y otra, donde se muestra con retraso afectivo y modificaciones de la expresión psicomotriz.
En ambas aparecen trastornos perceptivos del lenguaje (lectoescritura alterada), problemas emocionales y del carácter; y las dos se manifiestan por la vía psicomotriz.
El niño inestable presenta características psicomotrices propias en las que destaca visiblemente su constante y desordenada agitación. Es impulsivo para actuar y esto le crea dificultades en la coordinación y eficacia motriz. A estos problemas suelen agregarse diversas alteraciones como tics, sincinesias, tartamudeos y otros problemas del lenguaje.
Desde el punto de vista psicológico es notable su gran dispersión y su inestabilidad emocional, las cuales pueden ser causadas por alteraciones de la organización de la personalidad en su edad temprana, así como la influencia de un medio sociofamiliar inseguro o desequilibrado. Esto lo convierte en el escolar problemático y mal adaptado. Su constante dispersión e hiperactividad no le permiten un interés verdadero por las tareas escolares, obteniendo bajos rendimientos que alimentan su desinterés y su rechazo por los aprendizajes.
La reeducación psicomotriz está indicada especialmente para tratar la inestabilidad psicomotriz, teniendo en cuanta las características particulares de cada caso y desde luego, dentro de un marco de atención y sensibilización del entorno familiar y escolar.

PARATONÍA

          Se le conoce también como debilidad motriz y se manifiesta por las dificultades de mover voluntariamente un músculo o un grupo de músculos. Afecta los aspectos psíquico, motor, sensorial y afectivo del niño, y muchas veces está presente en los débiles mentales.
Otras manifestaciones siempre asociadas con esta trastorno, son las sincinesias persistentes, los tics, el tartamudeo y el corea, que consiste en movimientos breves y arrítmicos de las extremidades, tronco, cuello o cara.
El principal rasgo del niño paratónico es la pobreza de movimientos y cuando llega a hacerlos, éstos son discontinuos. Lentitud, mala coordinación y torpeza ocupan un primer plano.
Un paratónico da la impresión de que tuviera a las vez dos dificultades: la de mover su cuerpo y la de frenar sus movimientos involuntarios como si el movimiento corporal no secundara si intención de desplazarse.
La  Paratonía es un estado de insuficiencia de las funciones motrices debido a un retraso o detección en su desarrollo. Por ello, la reeducación debe efectuarse en todos los campos de la realización motora y corresponde al especialista, como técnico de la reeducación y del tratamiento psicomotor, realizar un examen objetivo del estado del paciente e iniciar su tratamiento.
La reeducación psicomotriz, utilizando la vía corporal como técnica de tratamiento, tiene como propósito hacer del niño afectado un ser comunicativo, creativo y capaz de controlar sus movimientos, empleando para esto los mismos elementos que componen su expresión psicomotriz, los cuales se refieren a las funciones del movimiento corporal que son procesadas psíquicamente, lo que nos recuerda la importancia del desarrollo psicomotor, ya que permite la adaptación del niño al mundo que lo rodea.

ZURDERÍA CONTRARIADA Y AMBIDEXTRISMO

Los trastornos psicomotrices también se manifiestan como un déficit  de la orientación de la estructuración espacio-temporal; su origen se localiza en alteraciones de la lateralización o en la incapacidad del niño para situarse en el terreno de las representaciones espaciales.
La zurdería contrariada y el ambidextrismo son los trastornos que se observan con más frecuencia en los niños, y son causa de alteraciones en la estructuración espacial y problemas de la escritura, lectura y dictado; a veces se asocian con reacciones de fracaso, oposición y fobia a la escuela.
Es muy importante que se tome en cuenta que la zurdería o zurdera espontánea no es ningún trastorno, simplemente es una manifestación del predominio funcional del hemisferio cerebral derecho sobre el izquierdo, que conlleva la tendencia a utilizar toda o parte de la mitad izquierda del cuerpo para realizar los movimientos y los gestos automáticos y voluntarios.
La zurdería se convierte en un problema de aprendizaje cuando es contrariada por la actitud de imponer al niño el uso de la mano derecha, lo que provoca una serie de trastornos.
El ambidextrismo consiste en el empleo idéntico de ambos lados del cuerpo en la vida cotidiana. Se presenta rara vez y se considera como un estado transitorio, caudado algunas veces por una zurdería contrariada. Mientras persiste, origina trastornos en la orientación espacio-temporal y en la función simbólica. Puede llegar a convertirse en un serio obstáculo para la lecto-escritura.
El especialista deberá determinar la dominancia lateral y aplicar las pruebas de orientación derecha-izquierda para luego proceder a la reeducación en los casos que así lo requieran.

¿Sabías que…?

Cuando la educación contraría la zurdería (zurdería contrariada) puede provocar trastornos tales como; sincinesias, tics, calambres, tartamudez, dislexias, disortografías, retardos en la madurez psicosensitiva motriz, entre otros más.
A partir de su propio cuerpo, el niño organiza los ejes de referencia para su orientación espacial: el tronco y las piernas materializan la vertical; los brazos extendidos, la horizontal. Con estos ejes se orienta la derecha y la izquierda, delante y detrás.
El niño entre seis y siete años ha logrado identificar al eje corporal como la línea imaginaria que divide al cuerpo en dos partes simétricas y ha adquirido la definitiva lateralización, con el consiguiente predominio lateral: diestro o zurdo.
Si la lateralidad está poco definida, se debe ayudar al niño a lateralizarse claramente. Si la dominancia es indecisa o levemente zurda, conviene dar educación al dextrismo. Si es claramente zurda, hay que alentar la zurdería, disipando en el niño cualquier sentimiento de inferioridad.

LOS TICS.

          Los tics son un trastorno psicomotor, generalmente sin una causa neurológica. Influyen en la personalidad del niño y se localizan en distintas partes del cuerpo. En ocasiones llegan a transformarse, desplazarse o multiplicarse en una misma persona. Consisten en actos involuntarios, repentinos y aparentemente absurdos. Pueden acentuarse o disminuir, según el contexto emocional del sujeto.
Sus causas no son muy claras, ya que no puede atribuírsele un carácter lesional. Posiblemente representan la mínima expresión de un conflicto en el niño. Otras teorías señalan que se deben a la existencia de un déficit motor.
Lo que más interesa es que la personalidad del menor con tics puede asumir dos facetas: un tipo de niño bien adaptado, con rendimiento escolar satisfactorio, ansioso, excesivamente infantil y con una conducta similar a la de un neurópata; y otro tipo de escolar inestable, distraído, extrovertido, inadaptado y cuya conducta es una mezcla de turbulencia, sentimiento de contrariedad, agresividad y temor. Entre los dos polos, pueden existir muchas formas intermedias.
Su medio familiar suele ser tenso y lleno de ansiedades con hábitos perfeccionistas. Se caracteriza por ser un ambiente francamente contradictorio, entre un consentimiento excesivo en unos casos y una situación represiva, en otros. Generalmente la familia tiende a reprimir los tics, crenado en el niño un sentimiento de culpa.
En conclusión, el tics es la expresión psicomotriz de una dificultad de tipo afectivo y postural. Es el reflejo de las dificultades del niño en su relación con el medio y de la fragilidad de su control muscular-emocional.
Lo más indicado para su atención es un tratamiento psicomotor a través del trabajo sobre el reconocimiento del cuerpo y la integración del esquema corporal. En el adolescente son útiles las técnicas de relajación.

LAS APRAXIAS

          Son trastornos de la eficiencia que incapacitan al niño para realizar determinados movimientos o ciertos gestos. Piaget define la praxia como un sistema de movimientos coordinados en función de un resultado o de una intención; por lo tanto, cuando existe la imposibilidad de la concepción del movimiento o de la ejecución del mismo, sobreviene la apraxia.
Se presenta una apraxia cuando los movimientos del niño son lentos y la coordinados; también, si no pueden reproducir figuras gráficamente o con el gesto y cuando hay una desorganización del esquema corporal al perder los puntos de referencia (arriba, abajo, izquierda, derecha). En este último caso, aparecen la dificultad de imitar gestos simples o complejos y el desconocimiento de las partes de su cuerpo.
En ocasiones, las apraxias afectan a una parte del cuerpo o una determinada función de la actividad gestual. Puede haber apraxias faciales, posturales, verbales.
Dentro de estos trastornos se pueden incluir las dispraxias, que se refieren concretamente a una falta de organización del movimiento. Hay dos tipos de niños dispráxicos: aquellos en los que la dispraxia se debe a déficit motor o a agnosias visuales, y aquellos en los que este tipo de trastorno está provocado por alteraciones graves de la organización psíquica.
Otros problemas que llegan a presentarse son las sincinesias, que consisten en movimientos simétricos asociados. Un movimiento voluntario (mover la mano) trae como consecuencia otro movimiento involuntario (la otra mano realiza el mismo movimiento).
Las sincinesias son normales hasta los 10 o 12 años; después deberán desaparecer poco a poco, o se requerirá de auxilio de un especialista.

ASOMATOGNOSIA Y AGNOSIA DIGITAL

La asomatognosia es la incapacidad del niño para reconocer y nombrar alguna de las partes que forman su cuerpo. Por lo común se presenta asociada a perturbaciones del modelo postural que informa de la posición espacial del cuerpo y de cada una de sus partes.
Se considera que son dos las causas que originan este trastorno: alguna lesión cerebral confusa, con las consecuentes alteraciones sensoriales, o la presencia de perturbaciones mentales y psíquicas más globales.
La agnosia digital, que consiste en la incapacidad de reconocer, mostrar y nombrar los distintos dedos de su mano o la de otra persona, es el caso más frecuente de asomatognosia en los niños.
Suele ir acompañada de otras dificultades como la indiscriminación derecha-izquierda, trastorno de la lectoescritura y del cálculo, errores de orientación en el dibujo, y escritura en espejo (las letras y las palabras se siguen de derecha a izquierda).
Tanto la asomatognosia como su derivación la agnosia digital, son relativamente raras, pero corresponden a trastornos específicos del esquema corporal, con repercusiones en la organización del conocimiento, en la representación mental del propio cuerpo, en la orientación en éste y en el espacio exterior y en la utilización del mismo en la relación con el entorno.
Las causas pueden atribuirse a fallas ocurridas en las primeras relaciones tónico-emocionales del niño en una etapa en la que el cuerpo es el lugar de las emociones y el medio de comunicación con otras personas y con el mundo de las vivencias y significaciones. El especialista tendrá que diseñar un programa de reeducación para corregir esta alteración.

 

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