La
diferenciación fundamental y de partida consiste en la propia definición de
cada una de estas denominaciones: dificultad y trastorno. El concepto de
dificultad hace referencia a un retraso evolutivo y, por tanto, tiene carácter
funcional, mientras que la palabra trastorno se relaciona con una alteración o
incapacidad en el plano orgánico. Sin embargo, hay que matizar que orgánico no
quiere decir biológico en el sentido de que las dificultades si pueden tener
sustrato biológico, como algunas disfunciones del sistema nervioso central,
pero no se evidencia a nivel orgánico y tan sólo afectan a la función
neurológica y por tanto a la ejecución de determinadas habilidades (por
ejemplo; la lectura en dislexia). Además, las dificultades se caracterizan por
una transitoriedad, pudiendo verse afectados el desarrollo psicomotor,
cognitivo, lingüístico y/o socioemocional, mientras que en los trastornos se
destacan su permanencia temporal y su vinculación al concepto de discapacidad,
sea ésta intelectual, motora o sensorial. En las dificultades del aprendizaje
se producen manifestaciones evolutivas alteradas en un único ámbito y el
cociente intelectual es normal o alto: por el contrario, en los trastornos del
desarrollo las manifestaciones patológico-clínicas afectan a más de un ámbito y
el cociente intelectual es normal, normal bajo o bajo.
Características
básicas que permiten diferenciar una Dificultad del Aprendizaje de un Trastorno
del Desarrollo.
Características de los
niños con Dificultades de aprendizaje (González, 2012)
Factores
de riesgo para una detección temprana de posibles dificultades de aprendizaje
al inicio de la educación primaria (Pardo, 1994)
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